18/9/10

Mientras el borde de las olas golpeaban mis rodillas, comprendí que él nunca había estado, que mis noches de ojos espantados habían sido todas en vano.
Sentí verguenza al recordar mis defensas, todas las que usé para conformar lo inconformable. Me atrapó el asco al oler mis manos y percibir esa mezcla de jabón que usaba.

Entendí que viví completamente adornada con falso testimonio, ridículamente disfrazada.

Llegaron con la sal a la piel herida todas las verdades, subieron a flote como peces muertos y se quedaron en ahí inertes, podridos, inmóviles.

Un perro blanco me miró, con un amor inconmensurable.

1 comentario:

and he said