12/7/07

Sé que en estos momentos él debe estar durmiendo
ni siquiera soñando
ni durmiendo conciente
recostado
tumbado
tirado
aplastado por todo
y encima de él sus historias
ausente de todo
presente en mi cabeza presente vigente constante circulante circundante
distante de sí mismo
cambiando alegrías por pastillas
por café
felicidad por un poco de química que arme el marco de sus sienes

Sé que debe estar durmiendo
eso siento
quiero
que duerma y que quizás
sin dolor sin resquemores se quede así
por el perdón
que este mundo le hace mal
que este mundo le hace daño
que no es un hombre que es un pájaro
una rama podada
mojada
vieja
añeja
podrida
a punto de desintegrarse, tirada en la vereda
caerá con el viento
caerá con mis gritos
con mis conclusiones
con mis análisis
se despeñará como la montaña más sabia
destruyendo todo a su paso
todos mis pasos
con mis dolores
leyendas de mis ausencias declaradas que lo harán perder
momentos
juramentos
increíblemente mágicos
mi mano en su espalda, en su enorme espalda en su triste espalda
en sus cansados movimientos que arrastran los pies
en su desconsolado dormitorio dolido por los pensamientos que ahí quedan, por las miradas que él deja en la pared, en el techo, las que atraviesan la ventana y que vuelven a mirar la puerta
una que está ahí
que no se abre
que no lo saca
que lo mantiene quieto
inquieto
dormido
eso creo
al menos eso quiero.

7/7/07

Recordé la primera vez que supe de ella:
Eran como las 2 de la madrugada y yo estaba en la salita de estar, en el computador haciendo nada, de repente sentí un ruido y pensé que se había puesto a llover, miré por la ventana pero no vi nada, entonces bajé la música para escuchar las supuestas gotas, pero en cambio escuché, “no puedo ahora, están todos arriba”, fue peor que la lluvia supongo, sentí cómo se me quemaba algo dentro, sentí el miedo de cuando te asustan por la espalda.
Lo supe todo y no quería saber nada, quise eliminar la intuición del diluvio, quise entrar a gritarle o entrar a interrumpir el romance, a ponerlo incómodo o correr y gritarlo, sentí tanto miedo de lo que era, quería decirle a todo el mundo que me había enterado que mi papá tenía una amante, pero no quería que nadie supiera, yo no quería saber. ¡Puta! pensé, ¡perra! ¡perra! ¡perra! ¡perra!, ¡basura!, ¡la voy a matar! ¡maraca hija de puta!, repetí un montón de veces y me sobé la cara muchas más, me solté el pelo, me rasqué el cuello y me piqué las manos con las uñas, se me infló la garganta, se me hincharon los ojos y salieron un par de lágrimas como pruebas de jeringas.
Sentí pánico, se me congelaron los pies, no sabía si pararme o quedarme sentada, y como en la muerte se me pasó toda la vida por delante, pero se detuvo ahí, conmigo, ahí mismo. Me metí al baño y me lavé la cara, me miré en el espejo, sentí náuseas, sentí unas náuseas horribles y vomité, me apreté el estómago y cerré la puerta, me tapé los oídos y aún así escuchaba el murmuro lejano de una conversación telefónica que se soñaba a sí misma como ajena a todos, cerré los ojos con fuerza para verificar si estaba despierta, pensé en haber estado dormida, en que todo era un sueño, intenté que así fuera pero la realidad era inaplazable , tiritaba y nunca llovió.Bajé rápido a la cocina a prender el califont y mi mamá me dijo: ¿A esta hora te vas a bañar?, “Sí, es que hace mucho frío”, dije.
Si hace frío no debería llover pensé, ¡cómo va a llover! ¡¿Por qué pensé que iba a llover?! ¡Nunca debí haber pensado algo así! y la música estaba bien, todo estaba bien. ¡Por qué bajé la música! ¡Por qué estaba en el computador a esa hora! ¡Me habían dicho que me fuera a dormir! Eran tantos porqués que en el fondo tenían tantas razones: tenía que saber.
Mientras me duchaba pensaba en cómo sería la próxima vez que le viera la cara a mi papá, había pasado tanto en tan poco tiempo y en tan poco espacio, y había pasado tanto de nuevo y pensé tanto en él, en ella, en todos, en la casa, en el auto, en los perros, en las bolsas del supermercado apiñadas todas en la puerta el día domingo en la mañana, pensé en ellos dos, en mi mamá y él en el patio a lado de la piscina en febrero, ella con su revista y su amplio sombrero de ala, él con sus señas infantiles y ella pensando en él, él invitándola al agua y ella pensando en él y en la deuda de la casa.
Vi a mil por hora la casa nueva sin el patio pavimentado ni el canil de los perros, vi cuando se abrazaron el año último año nuevo, sus sonrisas anchas y las fotos, tantas fotos, putas fotos todo sería un poco más fácil sin ellas. Pensé en el día siguiente y en el día después de ése y me arrodillé bajo el chorro de agua caliente, no todo se fue por el desagüe. Como a un cuadro húmedo que le cae agua, todo se desvaneció, el diluvio de los colores.
Salí de la ducha mojando todo con el pelo, no me lo lavé, sólo se mojó y ni siquiera me preocupé de secarlo, abrí la puerta... “Tan tarde te estas duchando hija”, me dijo él, ¡Puto! pensé, ¡Eres una mierda! ¡asqueroso! “Sí, es que hace frío, parece que va a llover” le dije, “no creo que llueva hija”, me dijo, ¡qué sabes tú ahora! pensé, ¡tú no sabes nada, no eres nada! ¡no sabes nada no eres de mí no eres de nadie no eres nadie no eres nada!, volví a pensar.“Cuando llueve hace menos frío” dijo, “Y sécate ese pelo que te vas a resfriar, ¡ah! y baja esa música que me voy a dormir”.Me quedé ahí, en la puerta del baño, con la toalla, él bajó la escalera y mi mamá le dijo que se abrigara, que hacía frío, que quizás mañana llovía.Se apagó la luz, se apagaron todas las luces.