Cuando se apaga el día, se cierra la puerta del único dormitorio que tengo, para que ella no despierte. Yo voy al living y termino de recoger los juguetes que quedan, las migas, las aguas, la ropa.
Termino, me preparo un café (aunque sea tarde, porque el café no me quita el sueño) me siento, abro el computador para adelantar trabajo, escucho Black Flies de Ben Howard y cuando la canción se pone escandalosamente hermosa (min 3'34) miro todo, miro las cosas que me miran, el espacio que ocupan, la distribución, los colores que elijo, las manchas que tienen, las huellas, y pienso...
Pienso si estas cosas siempre debieron estar aquí, pienso en dónde estarían si hubiese tomado otras decisiones, si existirían, si siempre pensaron en existir, si estaban escritas para mi, si hace diez años atrás algo sabía que mi sofá sería color crema y mi alfombra roja.
Pienso en los trayectos que he hecho con cada una de ellas, en que las he elegido en medio de otras, son mis conquistadas, mis tesoros compartidos, mis humildes triunfos, la representación gráfica del amor que quiero circulando libre entre nosotros, entre nosotras.
Y sí, a mi me parece que sí, a mi me parece que siempre debieron estar donde están, que sus formas, colores y posiciones son el desenlace de mi historia.
Yo no me arrepiento de nada, yo solo puedo sentir amor.
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and he said