Esperando comencé a jugar al equilibrio, a caminar recto por las líneas que dividían el pavimento, tratando de no perder. Hacía frío, no había nadie, eran las 12 de la noche, hacía más frío, todo de negro y yo iluminada por el único farol de la plaza. Reía de nada, me sentía un poco reina, un poco vagabunda. Libre, el centro de la ciudad era mío, miré al infinito muchas veces, estaba yo despierta y todo lo demás dormía, el mundo estaba indefenso ante mi estado de alerta, ante mi alegría, ante mi espera. Miré al horizonte y al reloj, al horizonte y al reloj. 15 minutos, 30 .. 45 ..
Caminé sobre las líneas, perdí poco, escuchaba Sur le Fil de Yann Tiersen y bailaba, giraba, saltaba, abría los brazos. Mi propia obra.
Me senté en una banca, abroché mi zapatilla, saqué el espejo, me miré y volví a mirar la hora, busqué cien pesos y un teléfono público, llamé .. Nadie contestó, no colgué el teléfono, se quedó girando solo boca abajo.
Me robé algunas flores del obelisco, las amarré con pasto para formar un ramo y lo metí a mi bolso, 1hr y 15 .. me tomé con una mano de un poste y comencé a girar, luego de otro, y de otro y de todos los de la plaza. Salté de banca en banca y me escondí debajo de una cuando pasó una patrulla.
Miré al cielo, miré los faroles, volví a ver la hora, miré el suelo y cerré los ojos. No va a venir.
Sentí el eco de las gotas cuando golpean el cemento, partían de mi cara y se reventaban en el suelo, primero una, luego otra, luego con más ritmo, se armaba la tormenta, sonaban truenos en mi garganta, una pluma recorrió mi espalda, el viento desordenaba todo. Recordé la infantil ansiedad de las horas pasadas, de la espera inútil, de mi risa individual, de mis insignificantes juegos. Vi la estupidez caer sobre mí, la credulidad, el desamor, la orfandad. Y lo vi a él, tan contento en cualquier otro lugar, olvidándose de mí. Caí sobre mi propio cuerpo.
Un perro vago se sentó a mis pies, lo miré a los ojos, comprendí que no era la única.
Me paré, sequé mi cara con las mangas del polerón, llamé a mi perro para que caminara conmigo, saqué las flores del bolso y las tiré en la banca.
Se parece a mi noche secreta, esas
ResponderEliminarmadrugadas de fantasías y combates callejeros,
mañanas camufladas bajo mantas de recuerdo y soledad.
Me recuerda a mis noches de lluvia, a las danzas silentes e ingenuas que se desarrollan bajo los cumulonimbos, a mis ritos de café y cigarrillo bajo la tormenta.
ResponderEliminar=*
¿No hay más desde octubre? Escribí un comentario en donde esta Inmortal...
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